Por segunda vez en esta temporada, Fernando Alonso ha vuelto a dar una nueva lección de pilotaje. El objetivo, ya lo anunciaba el asturiano antes de la carrera, era quedar entre los ocho primeros (para poder puntuar) y, a pesar de todas las previsiones, lo ha cumplido de forma admirable con ese octavo puesto que sabe a gloria.

El coche que le ha ofrecido Renault este año no da más de sí. Lento e ingobernable, tendrán que realizarle cambios sustanciales para poder conseguir un coche algo más competitivo capaz de disputar con mayor comodidad las posiciones que puntúan. A día de hoy no puede aspirar a mucho con él y cualquier hazaña debe nutrirse únicamente de la contrastada habilidad de Alonso al volante de su fórmula 1. Hoy se ha podido comprobar, por ejemplo, en la imposibilidad de dar alcance a Webber (que corre con Red Bull, con motor de Renault) en el tramo final de la carrera, aunque a todas luces es mejor piloto el español.

A pesar de todo, misión cumplida. Salía el séptimo. Era una posición irreal porque justo detrás tenía a los dos McLaren, sancionados con la laxitud a la que nos tiene acostumbrados la FIA en lo que a Hamilton se refiere, después de un comportamiento muy feo de los pupilos de Ron Dennis. Iba a ser imposible contener a Kovalainen y a Hamilton y así ha sido. Finalmente ha recuperado una posición con respecto a la que debería haberle correspondido en la parrila de salida de no haber hecho trampas su ex-equipo. Kovalainen ha superado a Hamilton en la línea de meta con un meritorio tercer escalón en el podio (el negro tiene mucho que demostrar todavía) y éste no ha podido ni siquiera igualar el cuarto puesto que hizo la semana pasada Alonso: se quedó con el quinto.

En Ferrari las cosas no pintan muy bien para Massa que ha tenido que retirarse de nuevo. Fernando está cada vez más cerca de la escudería italiana, impresionada con las actuaciones del bicampeón con un coche que va a pedales. Es pronto para asegurar nada pero todo apunta a que el año que viene podremos verle vestido de rojo en un coche que esté a la altura de sus posibilidades.