February 10, 2015
Después de dos años de ausencia en los que se ha erigido como el único artista que no ha tocado en España en ese tiempo, el músico favorito de Paquitall ha vuelto con nuevo y esperadísimo disco: I love you, honeybear.
La primera impresión es muy buena y casi ya puedo asegurar que no decepciona como sucesor de su excelso debut, Fear Fun de 2012. Es pronto todavía para decir mucho más pero desde luego parece que Father John Misty ha venido para quedarse.
Imagen de Jessica Fiess-Hill con licencia CC BY 2.0
Echando un vistazo a sus próximos conciertos veo que no aparece España por ninguna parte. Obviamente tiene que ser un error que seguramente subsanarán cuanto antes.
Ha debido ser un hacker que ha borrado las fechas de los múltiples conciertos que dará en su gira exclusiva por nuestro país como hacen todos los grupos de música que quieran llegar a algo.
Para poder tocar en España primero tendrá que saber situarla en el mapa, digo yo, y todo el mundo sabe que los artistas norteamericanos no consideran a Europa como el epicentro de la cultura.
Father John mola. Tiene un estilo característico y una magnífica voz. Además, los que le hemos visto en directo (sí, señores, porque en contra de lo que nos quiere hacer creer fuckindatall Father John estuvo en esta villa medieval llamada Madrid presentando su primer álbum) sabemos que es un fantástico frontman y/o showman.
Sin embargo, escuchando este segundo disco vuelvo a tener la impresión de que es uno de esos artistas que gana muchísimo en directo, ya que los discos pueden resultar algo tediosos. No digo que sea malo, ojo, todo lo contrario, pero pienso que le pasa un poco como al late Elliot Smith y es que ese estilo característico parece que se vuelve en su contra y hace que todas las canciones suenen prácticamente igual, haciendo casi imposible distinguir una canción de otra y un disco del anterior.
Quizá, como también ocurre con Wilcoñazo, parte de la culpa la puede tener la ausencia de melodías claramente identificables (no se pueden silbar). Cuando escucho a FJ tengo la sensación de que las canciones discurren por sinuosos caminos sin un hilo conductor claro, y esto para cualquier otro artista podría suponer la ruina (canciones farragosas e incoherentes), pero en el caso de FJ pienso que se mantienen a flote gracias a su gran talento.
No puedo evitar pensar que el día que su creatividad decaiga y su talento mengüe, estaremos ante uno de los discos más plomizos de la historia.