Vamosa a hacer un pequeño ejercicio didáctico. Intentaré razonar como lo haría un trastornado. Como lo haría Paquitall.

Una gallina, ajena a esta información, cruza la carretera.

Una gallina, ajena a esta información, cruza la carretera.

Analicemos el último post sobre el suicidio que ha vomitado Paquitall. Resulta que se ha suicidado, nada más y nada menos, que un millonario ([…]la casa, valorada en 1,2 millones de libras). Es decir, un hombre que lo podía tener todo y que todo le era dado. Un hombre feliz, al fin y al cabo, tal y como se puede leer entre líneas en el artículo.

Pero, lejos de ser esta la única característica de su personalidad que nos brinda el artículo, también nos dice que tenía mujer e hija. No estaba, por tanto, solo en el mundo. [Este detalle, aparentemente insignificante, es crucial en nuestro razonamiento pues, como es bien sabido, Paquitall considera que cualquier persona que respire cerca de otra de carácter solitario, se convierte inmediatamente en propensa al suicidio]. Formaba, a la postre, una familia feliz, tal y como se puede leer entre líneas en el artículo.

No queda, sin embargo, ahí la cosa. En esa casi docena de párrafos se nos ofrece la siguiente información que extraigo literalmente:

En esa película se aprecia, además, al millonario “con lo que parece un rifle en las manos”, indicó el superintendente.

Que cada uno saque sus propias conclusiones. Las mías son claras: el hombre tuvo tiempo de grabar una película antes de suicidarse. Se entregó al placer ocioso y lúdico de elaborar una ficción que remedara lo que sería su final. Un bromista, un humorista, un feliz enamorado de la comedia, tal y como se puede leer entre líneas en el artículo.

Después de todas estas evidencias sólo cabe concluir que la razón primordial para que alguien se suicide es la felicidad extrema y radical, como la de Chistopher Foster, nuestro decesado millonario. Y no las sandeces que profiere Paquitall por su boca.

Y si no, que baje dios y lo vea.