Mientras el gobierno socialista trata a duras penas de sacar de las cunetas y de las fosas comunes a los asesinados del bando republicano y de reivindicar la inocencia de cuantos fueron condenados a muerte en juicios militares sumarísimos sin ninguna garantía, la Iglesia bajo la divisa de la santa desvergüenza eleva a sus mártires de la guerra civil a los altares por si aún no tenían bastantes rótulos de calles, monumentos y cruces en las fachadas de los templos, con lo cual la división de las dos Españas va a ser consagrada por toda la eternidad en la tierra, en el cielo y en el infierno.

Juan José Millas en su columna “Militante” del Domingo 14 de Octubre en El País