Empiezo con un refunfuño, cual vieja clueca y quejicosa, precisamente porque en los tiempos que corren ya no se puede esperar una buena crítica o guía musical de ninguno de los periódicos llamados serios y de mayor tirada de este país. Me refiero, claro está, a El Mundo y a El País. Los dos sacan los viernes un suplemento supuestamente orientado a los jóvenes, con las típicas secciones que tradicionalmente atraen a éstos, léase, Música, Tendencias, Cine, blablablá.

En lo que a música se refiere, normalmente no son más que voceros de las grandes casas discográficas ya que, bajo el celofán de modernidad y transgresión que recubren sus “reportajes”, les hacen el trabajo sucio a estas, con anuncios y promociones más o menos encubiertas, más o menos subliminales. Así, no es de extrañar que los dos suplementos tengan el mismo día -esto es, el viernes pasado- entre sus páginas un publirreportaje sobre The Raconteurs, el nuevo grupo de Jack White (al margen de los White Stripes). Los dos con las mismas fotografías de promoción y las mismas, o parecidas, anécdotas sacadas de cualquier página web o entrevista ajena para culminar el refrito. Ninguna valoración, ni un asomo de criterio propio, panfletos en bruto, sin deglutir, sin procesar. Pero igual ocurre, me temo, cuando se va a estrenar una película de Tom Cruise o se va a publicar un libro de cualquier escritor famosete, que lo anuncian haciendo como que informan.


A pesar de mis reticencias por todo esto, la publicidad cumplió su cometido conmigo e, intrigado por la participación de Jack White, me he bajado el disco Broken Boy Soldiers. Y no, no vienen a renovar el rock, ni el garaje (me refiero al estilo de música, que nos conocemos), ni el blues.

Es un disco bastante correcto, con algunos temas destacables, muy buenos. No es el caso de Steady as she goes que, aunque nos la querrán meter por los oídos a la fuerza, no es, en realidad, más que un remedo no muy original de lo que Jack White venía haciendo con los White Stripes con más acierto. Sin ser desechable, tampoco es lo mejor del disco, a pesar del riff, tengo que reconocer, pegadizo y cañero. Sería una mezcla entre Nirvana, los Detroit Cobras e, inevitablemente, la banda del señor White.

Pero no quiero detenerme en una canción (si lo he hecho con esa que abre el disco es porque barrunto yo que le van a dar mucho saque). Así que resumo mi opinión sobre el disco. Diría que parece algo precipitado en su factura, pues esconde varios rasgos que prometen mucho más de lo que luego dan; se quedan como a medias. Es, en cualquier caso un trabajo a tener en cuenta, y que seguramente mejore con el directo.

Pero no es por los Raconteurs por los que he titulado esto Lapalco. O no del todo. Porque lo cierto es que, curioseando un poco, acabé por bajarme un disco de otro miembro de ese grupo, Brendan Benson; el disco se llama, efectivamente, Lapalco. Y son palabras mayores.

Lapalco es, por decirlo de forma cursi, un disco luminoso, un verdadero hallazgo. Y yo no recomiendo mierdas como las que nos echa a la cara el Ordinal. Yo hablo en serio.

Es un disco más tirando a Lennon, aunque me traiga a la memoria en varios temas la espontaneidad y sencillez (que no simpleza) en las melodía de un Emmit Rhodes -en Tiny Spark, por ejemplo; o Jet Lag, que tiene mucho de los Beatles. Pero de pronto aparecen dejes de los Clash o pop-rock de riffs rápidos como en Good To Me o en la perfecta I’m Easy. Puede que también destellos de Aimee Mann, Teenage FanClub, los Model Rockets, los Buzzcocks, algo de la melancolía de Elliot Smith en Metarie. Un mejunje perfectamente combinado y que suena increíblemente fresco y lleno de un rock, sobre todo, optimista.

Me costaría decidirme por una canción cualquiera porque es el típico disco para escuchar entero. El típico del que te enamoras de una canción distinta por temporadas. El típico que pones una y otra vez sin cansarte (puede que los que te rodean sí). Como el Tomorrow The Green Grass -ya veis que hablo en serio.

Y aunque me sabe mal que, al final, la queja se haya extendido más que la alabanza, mejor que cada cual compruebe por sí mismo si yerro con Brendan Benson y con su segundo álbum, que para eso dios creó los P2P, y me dejo de dar el coñazo, que el que haya llegado hasta aquí (incluido yo mismo) es mártir de vocación.

Ustedes lo pasen bien.