Después de este prolongado hiato cuyo único propósito era el de adormecer el ímpetu enfermo de Paquitall, volvemos por estos lares para continuar nuestra infructuosa cruzada contra la sinrazón y la falta de criterio (del latín…).
A estas alturas ya es público y oficial la convocatoria de nuevas elecciones, poco más de cinco meses después de las últimas, estériles e inútiles. Durante el tiempo transcurrido entre ambos hitos hemos vivido un carnaval (un circo, que diría el Ordinal) de acuerdos y desacuerdos, escenificaciones de rupturas anunciadas, acercamientos fútiles, insultos, propuestas, líneas rojas que se diluían, pasividad inerte, reproches, acusaciones y un sinfín (¿ha dicho Sinn Féin? ¡es ETA! ¡es ETA!) de otras estrategias varias a diestra y siniestra con objetivos múltiples y simultáneos (conformar gobierno… si se puede, pero si no que la culpa sea de otro).
Se podría decir, pues, de esta legislatura fallida que ha sido un fracaso. Sí, lo ha sido. Y se podría decir, igualmente, que han fracasado los políticos. Y sí, pero con matices. Han fracasado lo mismo que ese equipo menor, con presupuesto ínfimo, que llega a la final de la Champions contra el Barça, y la pierde. Es evidente que unas nuevas elecciones no son el escenario ideal, tanto por la incertidumbre que genera como por los costes que ello acarrea (si bien no son excesivos y, desde luego, parecen preferibles a quién sabe qué otra opción que involucre al azar o la decisión de un único ente arbitrario). Pero me resisto a hacer culpables a los políticos con la virulencia que lo hacen otros a pesar de lo fácil que es en estos días ganarse el aplauso con el simple vituperio generalizado y poco riguroso hacia la política en general. (Esto daría para otro post: esa denigración absoluta de la política -que también se han ganado a pulso, claro está- puede conducir o puede ser aprovechada para conducir, con la lógica en la mano, hacia el totalitarismo de otros tiempos).
Los políticos han trabajado con los mimbres que los ciudadanos les hemos dado. No podemos quitarnos de en medio la responsabilidad como si esto no fuera con nosotros, como si nuestro voto no tuviera nada que ver con lo que ha sucedido y fueran cosas independientes del todo. A los políticos sí se les puede exigir un cierto esfuerzo para llegar a un entendimiento mínimo que permita formar un gobierno y creo que, en general, ese esfuerzo ha existido (con toda la crítica que se pueda hacer aparte a la materialización de ese esfuerzo). Pero, en este caso, no se les puede exigir un resultado porque ¿en qué términos se establecerían esas exigencias? ¿Quién tendría que haber cedido y cuánto y por qué?
Es muy difícil interpretar la voluntad popular que se manifestó en diciembre del año pasado, a pesar de que aquí se nos llena la boca a todos para hablar en representación de, o como exégetas absolutos de esa voluntad del pueblo: “el pueblo ha dicho que nos tenemos que poner de acuerdo”, “el pueblo ha pedido que mayoritariamente gobierne tal facción”, “el pueblo ha dicho esto o lo otro”. Tal vez lo que ha pedido el pueblo, a las claras, son otras elecciones porque en España nos gusta mucho la fiesta y qué otra cosa son unas elecciones que la fiesta de la democracia.
La obsesión enfermiza de fuckitall por ofrecerle siempre la antítesis al que plantea la tesis le hace olvidar lo más importante, que es la síntesis. La política es un mal necesario, creo que de eso no puede haber duda alguna. Sin política y sin políticos la sociedad sería una especia de jungla en donde el hombre dejaría de ser un lobo para el hombre y comenzaría a ser un león hambriento. De este modo, la política sirve -entre otras muchas cosas- para ponerle límites a la virtualmente infinita maldad humana.
Pero, claro, hecha la ley, hecha la trampa. Si bien la política nos aporta un orden (necesario) en medio del caos, por otro lado lo que hace es crear estructuras para que un mal menor se asiente y se perpetúe en el poder. Sin política reinaría la anarquía y estaríamos matándonos unos a otros en la cola del supermercado para adquirir un cartón de leche (como en Venezuela, vaya) pero con una política medianamente sería gobernando un país, si bien no existen este tipo de altercados, lo que sí existen son tramas de corrupción capilares incrustadas en numerosos organismos públicos. Es decir, que la política supone pasar de ser un matón de barrio a ser parte del crimen organizado.
La postura de fuckitall de que los políticos hacen lo que pueden con las cartas que les han repartido viene a ser como aquel que defiende al cliente de la prostitución argumentando que “una vez en el burdel y más salido que el palo de una escoba, ¡qué otra cosa podría haber hecho!” Efectivamente, dadas esas circunstancias era difícil hacer otra cosa, pero por eso la solución pasa por no provocar esas circunstancias.
Trasladado a la política esto quiere decir que, una vez sumergidos en todo el entramado mafioso que impregna la política, los políticos ven que hacen (en muchos casos) todo lo que pueden; pero esto no justifica su actuación, de la misma forma que el cliente de la prostitución tampoco queda justificado por su conducta.
¿Cuál es la solución, pues?
La solución, descartando un mundo ideal como opción, pasa porque los políticos tengan, al menos, la voluntad de servir al pueblo. Eso sí se les puede exigir, y ahí es donde ninguno (no, PI y C. Bescansa tampoco están incluidos aquí) da la talla. Creo que si algo ha quedado claro en estos últimos meses es que aquí cada cual busca su propio interés.
Y el que no lo busca no puede estar en política, porque se lo comerían. La bondad, la justicia o la voluntad de servir son actitudes incompatibles con el marco político (cuando debería ser todo lo contario). Es como si alguien pretende jugar en primera división pero sin que valga trallonar ni dar patadas.
Pues entonces no juegues en Primera División, dedícate a jugar en el Colegio.
Pero el problema no es del que no quiere dar patadas, sino de que la competición esté montada así.
Me gustaría que explicaras en qué ha quedado claro que cada cual va en busca de su propio interés. Cada uno puede tener su propia opinión sobre los motivos y estrategias que han movido los actos de cada partido y sus distintos representantes.
Pero de ahí a que quede claro que cada cual va en su propio interés o, más bien, que quede demostrado que no quieren servir al pueblo va un trecho largo. Al menos si nos ceñimos a este caso concreto, a este lapso de tiempo de negociaciones, acercamientos y alejamientos.
Me gustaría que me demostraras tú en qué ha quedado claro que los políticos sí tienen una honesta voluntad de servir y de anteponer los intereses de todos los ciudadanos (de todos, no de sus votantes) a los suyos propios.
Y así, señores, Paquitall vuelve a caer en la misma falacia de siempre. Yo no he dicho tal cosa, con lo cual no tengo por qué demostrar la afirmación que no he hecho. Pero tú sí has hecho la que te señalo, así que, por favor, ¿puedes proceder a dar tus argumentos?
Espero que algún día comprendas que no todo lo que es verdad puede ser demostrado en un juicio. La dialéctica y la argumentativa en demasiadas ocasiones nos separan de la verdad, más que acercarnos a ella.
Claro. Es mejor estar loco. Como tú.
Y así es como fuckitall destroza lo que, de otra forma, habría sido una conversación cabal y enriquecedora.
…intentando usar argumentos frente a sentencias de iluminado.
Tu cerrazón a reconocer las más evidentes obviedades es alarmante.
Espérate, que todavía se lo creerá.
_______________
Lo hemos perdido del todo. No es capaz ni de formular una frase. Ya no digo una frase con sentido, sino solamente una frase.
¿Una frase? ¿UNA frase? ¿No serán, más bien… DOS?