Señores, pónganse a cubierto porque el feminismo radical ataca de nuevo.

La Tasa Rosa.

Esta vez no ha sido la maléfica Wonder Soleto la que se ha descarriado, aunque no sabemos si quien firma el artículo se encuentra enrolada en el ejército interestelar de Súper Féminas dispuestas a conquistar la Galaxia con la ayuda de fuckitall y sus locos admiradores.

El tema es claro. No contentas con querer imponer gobiernos paritarios a base de decretazo limpio, Wonder Soleto y su ejército de Súper Féminas ahora se quejan de que los productos dirigidos a las mujeres son más caros que sus homólogos masculinos. La llamada “Tasa Rosa”.

Una vez más (y ya van demasiadas) el colectivo femenino más radical ignora por completo la realidad del mundo en el que viven, en donde los precios no vienen determinados por los caprichos de una supuesta Asociación de Machos Primitivos, sino por algo muy sencillo que existe desde que el mundo es mundo: la demanda. Yo no he escuchado nunca a ninguna mujer quejarse de que, en base a este cruel y desigual criterio inventado por los hombres (según parecen querer hacernos creer) las mujeres pueden entrar gratis en las discotecas así como gozar de múltiples privilegios en las mismas páginas online de citas en las que sus homólogos masculinos se ven obligados a dejarse parte de su sueldo si quieren estar al mismo nivel que ellas.

Pero el artículo no menciona estos casos. Y Wonder Soleto no escribe una columna sobre el tema.

Queridos amigos, los coches rojos pagan un seguro más alto que los de color gris y el precio del petróleo sube cuando hay escasez. Esto no obecede a ninguna conspiración machista sino a las leyes del mercado.

Me he cansado de repetirlo. Lo que es (era) una vergüenza es que las mujeres no puedan votar o que cobren menos por realizar el mismo trabajo que realiza un hombre, pero fuera de este tipo de supuestos, la mayoría de las reivindicaciones del feminismo radical no parecen buscar la igualdad que aparentemente reclaman, si no, más bien, dar rienda suelta a un victimismo revanchista paranoico en muchos casos carente de justificación.

Soleto, no lo vas a conseguir. ¡Podemos!