Aunque ya ha pasado algo de tiempo, no quiero dejar pasar la oportunidad de poner, una vez más, las cosas en su sitio y desvelar nuevas CAGADAS del maestro absoluto en CAGADAS que es Paquitall.

Así que aquí van.

Uno

No hay más que remitirse a las pruebas. El Mandril ha tenido muy claro durante muchas temporadas quién era el rival a batir: el mejor equipo que ha dado la Historia del deporte Rey, esto es, el Fútbol Club Barcelona. Ha puesto todo su empeño, deportivo y extradeportivo, para poder echar por tierra la belleza de la que el conjunto culé hacía gala y, finalmente, gracias a los tejemanejes y artimañas de discutible moralidad que han ido urdiendo los mandriles y al natural desgaste que las incesantes victorias han traído al Barcelona (¡lo han ganado todo!), han logrado que los todopoderosos blaugranas se tambaleen de un tiempo a esta parte.

Pero su fatídica OBSESIÓN les hizo perder la perspectiva necesaria para comprender que es mejor ganar en el campo que en los despachos. Mejor ganar por propios méritos que con trampas. Porque el mayor problema que tienen los que ganan en los despachos y pasillos es que siempre dejarán flecos sueltos, no se puede abarcar todo, la insidia corroe y desgasta mucho más que el esfuerzo físico. Y así pasa lo que pasa: en su cerrazón no tuvieron en cuenta al Atlético de Madrid y estos, que no se veían perseguidos, como el Barcelona, por las viles manipulaciones merengues, les han apabullado una y otra vez.

La última, en la Copa del Rey donde por dos veces, se ventilaron y humillaron a un encogido y ridículo Madrid.

Final del corto ciclo de los mandrilistas, que cayeron en la Copa como cae este primer mito (para Paquitall).

Dos

Pero no es ese el único mito que cae para nuestro malhadado Paquitall. Todo el mundo se lo venía diciendo -como todo lo demás, por otra parte. Que se equivocaba, que estaba eligiendo mal a quien admirar y a quien no; que con el tiempo se arrepentiría. Que su adorado Mourinho no era trigo limpio, que estaba acabandp con el poco prestigio que pudiera quedarle al club de sus amores. Y él, nada, ni caso.

Era, como siempre, cuestión de tiempo, que se diera de bruces con la realidad. Porque esta vez no soy yo quien se lo dice -ni, por otra parte, otros muchos que también lo hicieron una y otra vez, constantemente, sin desfallecer, a pesar de la contumacia de Paquitall. Esta vez es su ídolo Casillas el que también se lo está diciendo.

Te lo está diciendo todo el mundo. Paquitall, ¿cuándo vas a escuchar?