Poco a poco se va descubriendo un pastel que lleva años y años chamuscándose en el horno. Muchos somos los que hemos dado tantísimas veces la voz de alarma sin que se haga nada porque, es obvio, hay fuerzas muy poderosas a las que no les interesa que esto salga a la luz.

Cada vez, sin embargo, les cuesta más contener la avalancha de escándalos que están sitiando a la enorme manzana podrida que es el Real Madrid. Incluso así, seguramente no sea esto suficiente para tumbar a todo el entramado de corruptelas, amaños y tráfico de influencias que sostiene a los merengues donde están.

Primero el escándalo mayúsculo: una dudosa entrega de premios a los mejore de la Liga pasada en la que la mayoría de los trofeos son para… el tercer clasificado. Todo muy raro hasta que nos damos cuenta de que el tercer clasificado no es otro que el Mandril. Y los votos, claro está, son secretos.

Pero la cosa no queda ahí; se ha destapado, además, que Hacienda está investigando a los jugadores madridistas Iker Casillas y Sergio Ramos. Mi pronóstico es que Hacienda, curiosamente, no descubrirá nada o dejará de investigar o se dejará de hablar del asunto.

¿Qué más hace falta para que algunos reconozcan la verdad? El Barça ya hizo mucho consiguiendo ganar en el campo a un equipo que dirigía los designios del fútbol desde los despachos (¿he de recordar aquella misteriosa reunión de Platini y FP?). El año pasado arremetieron contra el Barça y se les escapó el Atleti. Este año no cometerán el mismo error. Los poderosos dirigentes merengues harán lo que sea para asegurar la victoria. Lo que sea.

Vergüenza.