Un domingo por la tarde. La Gran Vía a rebosar. De pronto sientes que alguien hurga en el bolsillo trasero de tu pantalón y te giras. Ahí lo tienes: frente a ti tienes a un ladronzuelo que sostiene tu billetera y te mira con los ojos muy abiertos, sorprendido in fraganti. De pronto, ante tu estupefacción, el pillo se pone a gritar y a señalarte: “¡al ladrón, al ladrón!”. El mundo al revés.

Pues bien, ese es el escenario en el que me veo obligado a desenvolverme en este blog. Y el ratero acusador, obviamente, es Paquitall.

De un lado

De un lado tenemos sus espurias acusaciones deportivas. No digo que no lo entienda: de un tiempo a esta parte tu máximo rival te humilla día sí, día también; te ves desbordado tanto por su juego como por su filosofía; contemplas el reconocimiento que se le brinda desde todas partes y que crees que debiera ser para tu equipo; secretamente le admiras en todos los aspectos. Al principio te hundes; con el tiempo, te niegas a aceptarlo y buscas excusas.

La penúltima, que si el penalti a Messi del City no fue tal. Da igual que un árbitro de prestigio internacional diga que sí lo fue y da igual que otro árbitro, desde el mismísimo cuartel general de la manipulación conspiranoica, diga tres cuartos de lo mismo.

Da igual porque los ciegos e incondicionales epígonos de Relaño tienen una foto de Messi bebiéndose un batido en el salón de su casa donde se ve que “¡Demichelis ni siquiera le toca!”. Claro. Hay muchas fotografías de Messi. En la mayoría de ellas Demichelis ni siquiera aparece.

Del otro

Paquitall está sumido en una ficticia, demente y solitaria competición por la hegemonía en el número de publicaciones de este blog. En su obtusa locura se cree que todo el mundo participa y está pendiente de no sé sabe muy bien qué parámetros absurdos que otorgan, semana a semana, el “liderato” de esa desquiciada carrera a la que nadie más hace caso.

Pero como ocurre con todos los locos, hay un cierto método en la locura de Paquitall. Si para ser el mejor fuera necesario únicamente tener más posts que los demás, independientemente de cualquier otra consideración, el blog estaría lleno de entradas vacías de Paquitall. Y sin embargo no es así.

A juzgar por su comportamiento queda patente que se ha impuesto una regla que sólo otorga validez a un post si tiene algo de contenido y sustancia; a decir verdad inlcuso puede decirse que buscaba que la extensión fuera considerable. Quiere ganar pero no a cualquier precio.

Hasta ahora.

Resultado

El resultado puede verse en las últimas entregas del sujeto a estudio. Posts vacíos o poco menos, desnudos de cualquier enjundia, por mínima que fuera. Si acaso una repetición mecánica y sin argumentos del ya manido mantra en contra del equipo de fútbol catalán por excelencia.

Es decir, posts que sólo buscan poder superar, siquiera por uno o dos, ese número que reverberaba como un eco en su maltrecho y enfermo cerebro. Hasta ese punto ha llegado su obsesión que está dispuesto a saltarse su propia norma. Es decir, en el colmo de los colmos, en un triple salto mortal con tirabuzón, Paquitall acusa de tramposo al Barça (injustificadamente) mientras él se hace trampas ¡a sí mismo!. Inconcebible.

Con esto el círculo se cierra. La espiral vesánica se hunde en el abismo de su alma; ha traspasado otro círculo más dentro de su demencia: la transgresión no ya de la razón común sino de la razón que sustentaba sus delirios.

Ya se ve que poco más puede hacerse por él y sólo queda, como mucho, estudiar sus extraños comportamientos -tal y como estamos haciendo- por si estos estudios pudieran beneficiar a quien no esté en tan avanzado estado de descomposición cerebral.