Hace unos pocos días el hermano Fuckitall nos presentaba aquí este tema de discusión tan interesante (todo un clásico en nuestras discusiones off blog) aunque no sin cierta dosis de caradura, como en él suele ser habitual. En su momento no conseguí de Fuckitall más que un enroque del tipo “no aguantó nada en su vida, eso es una errata del periodista, es una errata del periodistaes una errata del periodistaes una errata del periodistaes una errata del periodistaes una errata del periodistaes una errata del periodista…” , pero ahora espero conseguir algo más fundamentado.

Hoy podemos leer la siguiente noticia:

Un millonario británico mata a su familia y se suicida antes de quemar su mansión

Dejando a un lado la dificultad intrínseca de quemar una casa con carácter post-mortem (esto sí que se puede achacar a una redacción confusa del periodista), esta noticia viene a refrendar una verdad de la que todos (menos Fuckitall) somos partícipes; a saber: que quitarse la vida es un hecho que atenta contra el instinto de supervivencia del ser humano, contra su propia esencia y naturaleza, y, vaya, si me apuráis, contra su fin (el fin de la existencia, de haberlo, no puede ser la no existencia – ¡qué ironía!) En cualquier caso, es un hecho irrefutable que la gente se suicida, pero nadie toma esa decisión (ya sea de forma reflexiva o impulsiva) si no es por una causa negativa y extremadamente importante que ha sacudido tu vida de tal forma que el sujeto elija la muerte frente a la alternativa.

Casos que prueban mi tesis hay muchos. Puedo citar, así a bote pronto, los casos de San Pedro, Chantal Sébire, o el caso del casi-octogenario radical, orgulloso y solitario que, “después de haber aguantado tanto en su vida”, decide acabar con ella.

El hermano Fuckitall se empeña en demostrar que el suicidio no tiene por qué estar justificado por un hecho negativo que ha trastornado tu vida de alguna manera (ya sea a corto o a largo plazo) sino que puede ser una decisión tomada de forma natural, como consecuencia del poder de decisión que el ser humano tiene sobre sí mismo. Esto, que es cierto que en un plano teórico tiene cierto sentido, la verdad es que en la práctica ha quedado demostrado durante siglos y siglos de existencia humana, que no es viable.