El Sr. Presidente del Gobierno ha declarado recientemente que se siente “muy orgulloso de haber nombrado a más Ministras que Ministros”.

Si tenemos en cuenta que las declaraciones de un Presidente siempre están sometidas (o deberían estarlo) a una mirada muy desconfiada por parte de propios y extraños, en este caso yo creo que habría que someter sus palabras a un examen microscópico.

Voy a ahorrarles a los señores miembros de este blog la consabida perorata sobre la igualdad de la mujer en nuestra sociedad, porque creo que, en los tiempos que corren, eso se sobreentiende. Tampoco voy a decir aquello que ya se puede leer en muchos foros de opinión (como el del mismo enlace que he puesto arriba) de que “Zapatero lo que tiene que hacer es nombrar a gente apta, independientemente de su género”; y tampoco diré aquello tan bonito (y tan cierto, ojo) de que “la discriminación positiva es igual de dañina que la negativa”. No. Decir algo de ese corte sería correcto y adecuado, pero sería vulgar. Y en este blog no somos vulgares.

De modo que lo único que voy a decir es que las mujeres ya tienen demasiado poder, derivado de su propia naturaleza, como para que ahora se nos ocurra a los hombres, no sólo reconocer ese poder, sino crear el marco legal necesario para que lo desarrollen y ejerzan en plenitud. ¡Esta vez de pleno derecho!.

Señorías, estamos cavando nuestra propia tumba. Dios nos coja confesados.