Tras leer esta noticia, y estando de acuerdo en que comerciar con descargas no es lo mismo que descargar, me surge aún así la siguiente pregunta:

¿No son un poco fascistoides las formas de actuar de los grupos de autores, cosa curiosa sabiendo a quienes tienen como socios entre otros?

Vale que ser socio de la SGAE no implique aceptar o tomar parte en sus decisiones, pero no veo que nadie salga a dar la cara para decir “no en mi nombre”.