Cada vez me asombra más la vida de este hombre:

“Pasaba un cura: le preguntaría a un cura. Pero aquel cura, joven y de aspecto benigno, no entendía ni francés ni alemán; por lo cual, por primera y única vez en mi vida desde que salí de las aulas, saqué algún fruto de mis años de estudios clásicos entablando en latín la conversación más extravagante y descabellada. De la petición primera de información (Pater optime, ubi est mensa pauperorum?) vinimos confusamente a hablar de todo […]”

La Tregua,
Primo Levi