Es posible que la incapacidad para ponerse en la piel del otro sea el origen de muchos (si no todos) los males sociales que nos aquejan o pueden aquejarnos: racismo, intolerancia, xenofobia, fascismo, extremismo, integrismo, totalitarismo…

Suelen ser personas obtusas las que intentan imponer a toda costa sus opiniones, designios, voluntades, sin parar mientes en los argumentos, sentimientos o creencias del contrario; incluso, a veces, ni siquiera consideran posible que exista tal contrario: simplemente no conciben que pueda haber quien piense diferente a ellos.

Encontrarse con gente así suele ser bastante desagradable. Pero por una vez, probaron su propia medicina.