Un año más o un año menos, según cómo y quién lo mire. Y ahora vienen los típicos parabienes y buenos deseos para los trescientos sesenta y cinco días que nos esperan.

Que los disfrutéis como si fueran los últimos de vuestras vidas (en realidad, podrían ser los últimos de vuestras vidas). Que todo os salga estupendamente y, en general, que sea un buen año para todos.

Todo eso, claro, siempre y cuando a mí me vaya igual o mejor que a vosotros. En otro caso:

¡BURN IN HELL!