Valentino, anda, rico, ven, acércate. Pero ven con cuidado, no vaya a ser que te caigas. Tú, despacito, como si no te jugaras nada, ¿de acuerdo? ¿Qué te pasa? ¿Por qué no estás disfrazado con esa estúpida bata blanca? ¿Por qué no te ríes? Pero… pero… parece que estás llorando. Ya pasó, ¿vale? Olvídate.
Nadie te va a reprochar nada. Al fin y al cabo no todo el mundo soporta la presión igual que Alonso. Es normal que te caigas. Y tampoco era tan importante. Sí, ya sé que te jugabas un campeonato del mundo de motos y que has acabado como un mediocre segundón. Lo sé. Pero hay otras cosas en la vida. Tienes un don: el de hacer sonreír a la gente. Como cuando gastaste esa broma de que ibas a correr en Fórmula 1 y que Alonso te tenía miedo. Eso fue muy diverrtido, ¿te acuerdas?
El próximo año seguro que tienes otra oportunidad. Y podrás volver a hacer todas esas payasadas que demuestran lo divertido que eres. No, ¿por qué dices eso? Se ríen contigo, no de ti.
Ánimo. campeón. Eres una joven promesa del motociclismo. No te derrumbes. ¡Alegra esa cara! Y no me gusta verte temblar así cada vez que te menciono a Pedrosa, ¿vale? Tú, como si no existiera, ¿sí?
Bueno, me tengo que ir. Recuerda lo que te he dicho y piensa que seguro que hay algún fan tuyo que ha vuelto a hacer el ridículo otra vez más. Claro que él ya está acostumbrado y no le afecta.
¡Hala! ¡Cuídate!