Lance Armstrong es el único hombre en los cien años de historia del ciclismo q ha conseguido ganar el Tour de Francia en 7 ocasiones, habiendo conseguido semejante proeza, además, de forma consecutiva.
l es el más grande, el mejor de entre los mejores. Ni Anquetil, Ni Merckx, ni Hinault, ni el mismísimo Induráin fueron capaces de conseguir lo q hoy ha conseguido el americano Lance Armstrong.
Para él debe ser todo el reconocimiento, él debe ser destacado como el más grande, porque sólo él lo es. Comprendo q a vosotros (testarudos seguidores de los segundones) os habría gustado q todo el mundo se hubiese volcado hoy en la figura del perdedor Ullrich, pero los q sólo nos contentamos con lo mejor, los q admiramos a los q hacen q un deporte sea grande, estamos encantados de ver cómo éste hombre se retira orgulloso de la carrera q le ha dado todo, haciéndolo, además, desde lo más alto del podio.
¡Enhorabuena Lance!
Tú sí q puedes levantar esos 7 dedos al cielo, bien te lo mereces.
JAJAJAJAJAAA JAJAJAJAAAA JAJAJAJAAAAAAAA….
JAAAA JAJAJAJAJAJAAAAAAA JAJAJAAAA JAJAJAJAAAAAAA…
pobre Lance…o cabrón de Lance, todavía no me queda claro… y pobre Paquito… o tonto de él…?
cuidado con lo que escribís, cuidado, …CUIIDAADOOOOO…!!!
(Se me ha ocurrido echar un ojo al blog y la frase que salía de cabecera era de este post… qué bueno!)
Esto revive, amigos, gracias, de nuevo, a las innúmeras cagadas de Paquitall
Hoy es un día triste, amigos.
Yo, que como un niño pequeño confiaba en la honradez de un hombre que había vencido a una terrible enfermedad y que se había erigido como la gran figura del mundo del deporte, he sido engañado de la manera más vil. La daga de la traición se ha clavado en mi corazón para siempre, pues no veo posible volver a confiar nunca más en el ser humano. ¿Ser humano, digo? ¿Acaso es ser humano traicionar la confianza de una persona? ¿De millones de personas?
Hoy es un día triste, amigos.
Lance Armstrong ha resultado ser un farsante. Yo, que fervientemente le he exaltado, creyéndole, erróneamente, un héroe, me doy cuenta ahora de que, como si de un baile de máscaras se tratase, el americano ha bailado con mis sentimientos, llevándolos a momentos de éxtasis durante una pieza tan solo para luego desprenderse de ellos en la siguiente.
Soy culpable. A la fuerza habré de confesarlo. Soy culpable de haber confiado en la honradez, en la sinceridad, en la honestidad de un hombre que sólo perseguía la gloria, sin importarle cuántas ilusiones rompería a su paso. Me siento triste, desencajado, frustrado, abatido.
Hoy es un día triste, amigos.