Ya se ha celebrado el primer debate electoral y, como siempre, ambas partes han salido claramente vencedoras.
Dejando a un lado a los medios de comunicación (que se mueven por interés, claro está) lo cierto es que también entre los ciudadanos medios podemos observar una gran incredulidad cuando se les comunica que el claro vencedor de uno, es exactamente el opuesto al claro vencedor del otro, estando ambas partes convencidas de la absoluta falta de juicio de su interlocutor.
¿Cómo es esto posible?.
Quiero hacer uso de esta tribuna para ofreceros mi teoría sobre la materia. Para mí, la clave radica, entre otras cosas, en aquello que se conoce como atención selectiva.
De toda la información que recibimos, nuestro cerebro establece un filtro gracias al cual nuestra atención se centra sólo en aquello que, por nuestra forma de pensar, estamos más predispuestos a escuchar. Estos estímulos externos adquieren luego importancia afectiva y emocional en función de nuestra experiencia vital previa, de tal forma que aquello que se queda fuera del filtro es ignorado, y aquello que pasa es considerado de la máxima relevancia.
En cristiano: los seres humanos tendemos siempre a ser menos críticos con aquello/os que, por diversos motivos, hemos agregado a nuestra zona de confianza, que con aquello que se ha quedado fuera, lo cual lo sometemos a una crítica feroz (y muchas veces injusta) que difícilmente puede resistir el ataque.
Eso es, en mi opinión, lo que pasa con la política. Lo cual es extrapolable a infinidad de ámbitos en nuestra vida cotidiana.
Si alguien no está de acuerdo con mi teoría, que por favor se sienta libre de expresar su opinión, que ya me encargaré yo de borrar todos los comentarios que vayan en contra de mis ideas.
Muchas gracias.