Como siempre, al pie del cañón para felicitar el año. Con los dedos pegados al teclado mientras resuenan las campanadas en el televisor y el resto de familiares y amigos brindan por un año mejor y despiden al que concluye. Pero yo estoy aquí publicando esta entrada a pesar de todo y todos. ¿Por qué? Por algo que se llama compromiso y por algo que se llama implicación.

Pasará también este año y, quiero pensar, este blog permanecerá incólume, desafiando al tiempo y a las adversidades, como un faro que nos ilumina el camino. Este blog es la luz, será nuestro guía durante el recién nacido 2008, nuestra esperanza y nuestra vida. Este blog es como una religión.

Quedan 366 días para que podamos reunirnos otra vez aquí con la misma excusa que hoy (y unos 362 días para que Paquitall se trague cualquier broma absurda e inverosímil, como la de cerrar el blog o la de Alonso en Ferrari). No sé si se nos hará largo o corto, si daremos gracias por que hayan transcurrido al fin o los rememoraremos con cariño; no sé dónde estará cada uno o en qué andaremos metidos. No sé nada de eso ni quiero saberlo ahora. Quiero ir sabiéndolo.

Feliz 2008 (añada el que quiera la rima que guste).