Tim Burton vuelve a dar una lección magistral de cine con esta fantasía Dickensiana llamada “La fabbrica di cioccolato” (“La fábrica de chocolate, para los que no sepan griego clásico). Burton nos sumerge en el maravilloso mundo de Willy Wonka, un excéntrico artesano chocolatero que, tras varios años de ausencia, decide regresar dispuesto a maravillar de nuevo al mundo entero.
La cinta es un preciosista ejercicio de estilo en el que todo está perfectamente calculado y nada da la sensación de servir de relleno a esta gran historia. Johnny Deep vuelve a demostrar su enorme talento representando al peculiar maestro chocolatero, y el jovencísimo Freddie Highmore nos ofrece una sensibilidad pocas veces mostrada antes en una pantalla de cine.
La película es una delicia de principio a fin, y sumerge al espectador en un mundo maravilloso donde todos hemos soñado estar alguna vez. Sensible como pocas, ésta película consigue tocar el alma del espectador más escéptico, y con pulso firme nos sustrae el corazón para luego devolvérnoslo envuelto en una nube de algodón.
Ingenio a raudales, imaginación sin límites y mucha, mucha diversión le espera al que acertadamente diriga sus pasos a la taquilla del cine para adquirir un pase para el magnífico espectáculo de Willy Wonka y su “Fabbrica di cioccolato” (Fábrica de chocolate).